Creemos que todo individuo, de buena fe, de intachable conducta, de constancia probada y animado del deseo de un bien general para la humanidad puede encontrar, aun en relativo corto tiempo de estudio, algunos secretos de aquellos que en tiempos de menor grado de progreso y civilización parecían leyes en contra de la naturaleza. En realidad, aún en nuestros tiempos, son muchas las personas que miran con prevención estas cuestiones y que, mucho más viéndolas en manos de ignorantes, acaban por pensar que son efectos de poderes diabólicos o resultado de un fanatismo exagerado y propio de charlatanes, explotadores y cándidos. Nosotros no negamos que, en estas cuestiones, como en cualquiera otra, puede existir y existen muchos casos de charlatanería, de fanatismo, de candidez, ignorancia y hasta perversidad; pero sin negar esto que es lo que se pone en práctica muchas veces por personas poco escrupulosas y que desean engañar a los demás, aunque se tengan que engañar ellas mismas primero, reconocemos no obstante que, muchos hechos de los que se producen frecuentemente en cualquier parte y que suelen atribuirse a Magia unas veces, otras al espiritismo y otras a hipnotismo o magnetismo son rigurosamente ciertos. Ahora bien, en cuanto a la reputación de "Sobrenaturalidad” con que se pretende investir a la categoría de estos fenómenos, no tememos afirmar que los que de tal manera juzgan, van muy mal fundados, a no ser que el mismo creador del mundo y sus leyes hayan dejado dicho a estas personas donde ha quedado puesta por Él, la frontera entre lo natural y lo sobrenatural.
¿Hay alguien que se pueda vanagloriar de esta prerrogativa? Contéstesenos con propiedad nuestra interrogación, y entonces responderemos de lo que decimos. En el caso de que alguien pretenda saber dónde empieza y dónde acaba lo natural contestaremos que, hace muchos siglos que cohortes de sabios de todas las escuelas religiosas y científicas batallan por conocer el punto en que empieza la misma vida y en que termina, lo cual no se ha conseguido saber todavía. Y si se nos contesta que nadie sabrá jamás dónde empieza el dominio de lo natural y el de lo místico, entonces ¿por qué no avanzar indefinidamente y sin absurdas preocupaciones tras la senda que van marcando a la investigación humana, en el estudio y reconocimiento de los hechos reales, los más preparados de los hombres?
Antes de ser Ángeles o grandes Espíritus, debemos aprender a ser BUENOS HOMBRES. Y si los espíritus, los genios o los ángeles no son capaces de producir cosas mejores que los Hombres, entonces estos pueden pasarse de ellos. Por esto decimos nosotros. ¿A qué confundirse con teorías y doctrinas perplejadoras, tratar de descubrir las razones de la sin razón o de dar una respuesta satisfactoria a todas las preguntas de nuestras inquietudes y vigilancias, si de nada nos sirven de una manera práctica en lo actual e inmediato de la existencia? ¿Por qué confundirnos con el más allá si lo inmediato, el presente, lo actual, nos es desconocido, y si no lo podemos dominar? ¿De qué pueden servirnos las doctrinas metafísicas y los formulismos ritualísticos, las letanías mágicas y los confusos teoremas de "sabelo-todo", si no alcanzamos a conocernos a nosotros mismos o a dominarnos a nosotros mismos?
Todos los éxitos en la vida dependen del SABER. El saber, cuando rebasa las normas comunes, se llama superstición, pero hay en estas creencias mucho de alto saber, especialmente cuando estas son fundadas. En efecto, ¿cómo podemos negar fenómenos místicos, cuando los tenemos claramente a la consideración de nuestros sentidos? ¡Los hechos no se discuten!
Debemos, pues, tratar de comprender mejor los fenómenos de la naturaleza, pues solamente así lograremos correr un poco el Velo de Isis que todo lo cubre.
Pero para SABER, es preciso QUERER. Querer, es la Clave mágica de todos los esfuerzos y asimismo de todos los desenvolvimientos y logros. Saber querer es la clave de todos los grandes secretos de la vida.
Y una vez que se Sabe Querer, hay que Saber OSAR. El sabio es siempre osado. La Voluntad imperativa, creadora, es por fuerza, osada, y por lo mismo es arrolladora.
Los candidatos a las realizaciones superiores de la vida deberán, pues, aprender a SABER, adiestrarse en la ciencia difícil de QUERER, perfeccionarse en el complejo arte de OSAR, y en fin atender al primer y capital precepto de la prudencia, o sea CALLAR.
Todo adelanto en este campo de transcendencias vitales depende, pues, de una disciplina, de esfuerzos mentales y de directorias espirituales de alta conciencia. No son, por lo tanto, meras especulaciones, ni sugestiones o imaginación.
Y a los que prejuzgan en cosas que ignoran casi por completo, les preguntamos ¿por qué esa pretensión de enjuiciar perjudicialmente las cuestiones que no han caído en más amplias esferas de convencimiento racional? En fin, estos necesitan proyectar hacia más significativos intereses sus aspiraciones y energías, que solo así lograrán compenetrarse de realidades esenciales hoy increíbles para ellos, en hechos que por el momento prefieren juzgar de manera ligera y rotular como superstición.
Hay otro aspecto en estas cuestiones tocante a lo místico y misterioso, especialmente cuando se trata de personas que las manosean, exponen o profesan, sin una preparación adecuada, sin una cultura acrisolada que les capacite para una amplia comprensión y sincera actuación dentro de ellas. La incultura es siempre fomentadora de crasas supersticiones, de ridículo fetichismo, de una desconcertante estulticia, de execrables sevicias, de procedimientos ridículos, deshonrosos y siempre siniestros o “ magia negra", de hipnotismo y sugestión mal utilizados que se convierten en maléficas fuerzas.
Por esto es que es un deber ineludible de toda persona de genuina sapiencia y sincera combatir la explotación de estos asuntos transcendentales por charlatanes, curanderos, espiriteros, impostores, en fin, ignaros que encubren sus fines inconfesables con pompas y creencias ridículas, por lo mal aprendidas, llevando su exageración a excesos de emocionalidad que son un siempre nefasto fanatismo, que acaba en necios fatalismos y males sociales concurrentes inevitables. Esto es lo que se llama comúnmente BRUJERÍA. Esto, naturalmente, nos proponemos combatirlo de manera comedida y científica, acudiendo a los poderes legales cuando sea necesario.
Menjnour Jolp-Nor.
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