Lo que puede ser oculto para una persona, puede ser perfectamente comprensible para otra. Cuanto más se desarrollan la espiritualidad y la inteligencia del hombre, más se libra éste de las atracciones de los sentidos; cuanto más se acrecienta y se ensancha su poder de percepción, menos oculto le parece el proceder de la Naturaleza. Lo oculto es de hecho lo que está fuera del poder de los sentidos externos para percibirlo, pero que es perfectamente perceptible y comprensible para la inteligencia interior espiritual, después de haberse desarrollado y hecho activos los sentidos internos del hombre. (F. Hartmann).
Las ciencias ocultas no son las ciencias imaginarias que nos describen las enciclopedias; son ciencias reales, verdaderas y muy peligrosas en manos del que no hace de ellas el uso debido. Enseñan las fuerzas e influencias secretas de las cosas de la Naturaleza, desarrollando los poderes ocultos latentes en el hombre, gracias a lo cual dan a éste enormes ventajas sobre los mortales más ignorantes. El ocultismo se ocupa en el estudio de los mundos superfísicos, que, como tales, escapan a la observación de nuestros sentidos ordinarios. Revela al iniciado la Naturaleza tal como es en realidad, y no tal como se la suele juzgar por las apariencias; estudia no solamente los fenómenos físicos cuyo origen nos es desconocido, sino también aquellos que escapan a nuestros sentidos físicos, pero que pueden ser comprendidos e interpretados debidamente por nuestro sentido íntimo.
Por fin, considera la vida que se manifiesta a través de las formas mientras que la ciencia física considera tan sólo la apariencia exterior. El método de estudio del Ocultismo difiere por completo de los demás, pues para ello es menester observar determinadas reglas de vida y disciplina mental. No hay que confundir el Ocultismo con la Teosofía. Puede un hombre ser muy buen teósofo sin ser ocultista en modo alguno; pero nadie puede ser un verdadero ocultista sin ser un teósofo en toda la extensión de la palabra; de otra suerte, no es más que un mago negro, consciente o incosciente. Puesto que si el ocultista, en vez de poner en práctica el ideal moral más elevado trabajando con la mayor abnegación en favor de la humanidad, no obra sino movido por interés personal y fines egoístas, llega a convertirse en un enemigo del mundo y de las personas que le rodean, mucho más temible, por sus poderes, que un simple mortal.
El ocultista practica la Teosofía científica basada en el conocimiento exacto de las operaciones secretas de la Naturaleza, mientras que el teósofo que ponga en práctica los poderes llamados anormales sin la luz del Ocultismo, tenderá simplemente hacia una peligrosa forma de mediumnidad, porque obra a obscuras apoyado en una fe sincera, pero ciega. Cualquiera que intente cultivar alguna de las ramas de la ciencia oculta sin el conocimiento de la razón filosófica de los referidos poderes, es lo mismo que una nave sin timón en medio de un mar tempestuoso.
Madame Blavatsky
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